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- A partir de inquietudes, formular problemas
Si la educación tiene algo de creación, conviene que recordemos que crear es traducir inquietudes en problemas y que todo buen conocimiento se levanta sobre un sistema de preguntas en el que el acto de preguntar, puede entenderse con un acto de rebelión.
Nos movemos en un mundo donde todo está interconectado y en el que los grandes conflictos ambientales no son únicamente cuestiones ecológicas, sino verdaderos problemas políticos, éticos, económicos, etc.
- Favorecer el pensamiento sobre el medio y largo plazo
Una actitud exclusivamente extractiva y utilitarista respecto a la naturaleza es un atentado contra ella y contra nosotros mismos y un expolio para las generaciones futuras, a las que estamos usurpando un capital irrepetible.
En el campos científico, el planteamiento de "escenarios futuros" es una práctica frecuente a la hora de imaginar los posibles efectos de determinadas orientaciones ambientales. Otro tanto debería hacerse en el plano educativo, a fin de que el hábito de imaginar y el desarrollo de la capacidad de anticipación fuesen incorporándose a actividades docentes habituales.
- No rehuir del conflicto
En nuestra cultura, el conflicto y el desorden están asociados a la idea del mal, al prejuicio, a aquello de lo que es necesario huir. Hemos sido enseñados para buscar el orden y escapar de las situaciones que exigen nuevos planteamientos. Y en toda sociedad el orden es un conjunto generador de incertidumbre, de modo que el conflicto resulta ser el compañero indispensable de la existencia humana.
Lo que parece evidente es que afrontando las situaciones conflictivas, ayudando a las personas a aprender a negociar de forma responsable y creativa cuando los caminos se bifurcan, sólo entonces estaremos realmente desarrollando una educación ambiental que pueda considerarse renovadora y vivificante.
- Tomar decisiones
Se trata, en primer término, de ejercitar a las personas y los grupos en la toma de decisiones responsables sobre los recursos (agua, aire, suelo, energía, etc.).
En segundo lugar, se debería estimular a las personas en el control e influencia sobre las decisiones que adoptan los planificadores y gestores del bien común, puesto que éstas tienen incidencia capital sobre el ambiente.
Fuente:
Jáuregui, P. (2013). "Fundamentos de la Educación Ambiental". Material instructivo para Magíster en Educación Ambiental, Universidad de Playa Ancha, Valparaíso, Chile.
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